Memorias de Sabios

Además de los personajes ya mencionados anteriormente mi familia era un poco mas grande, también la conformaban "Las aves sabias del corral" (Mis abuelos) padres de la Gallina.

 La Antigua Gallina Sabia que era mi abuela era admirable, era mi ídolo. A pesar de haber tenido una vida difícil había logrado sobresalir , estudio por ella misma, nunca se rindió, renuncio a muchas cosas, se enfrentó al súper machismo de la vieja época, luchó y obtuvo una buena vida.

Y El Viejo Gallo Sabio , mi querido abuelo, el hombre mas cariñoso que conocí, no le daba miedo expresar sus sentimientos, era un artista, que mas tarde aprendió de la tecnología moderna, a pesar de su larga edad, nunca dejo de aprender o querer hacerlo. También tuvo una vida larga y excepcional sobre todo.

Mis dos abuelos se realizaron juntos y nunca se separaron. Su historia podría ser la típica vida de pareja que cualquiera sueña, pero sin duda fue maravillosa, se conocieron, se casaron, criaron dos hijos, trabajaban, tuvieron un carro en el cual viajaron y fueron dueños de una casa muy peculiar, que en general me encantaba.  

Su casa era mi refugio y ellos eran como mis segundos padres. Esa casa albergaba recuerdos divertidos de las aventuras que pasábamos El Rey y yo. Para nosotros era como una mansión aunque realmente no fuera tan grande, y el patio extenso con arboles era nuestro bosque, escenario de nuestras múltiples fantasías salváticas.

No existe recuerdo de mi niñez en donde ellos no estén involucrados, reunirnos en su casa se volvió algo habitual, los almuerzos semanales, cumpleaños, días festivos e incluso nos acompañaban en los viajes de verano, a esa pequeña playa paradisíaca no muy lejos de la granja.

Cada día con ellos era especial, solíamos sentarnos todos juntos en la mesa escuchando sus memorias y experiencias, recuerdo que nunca paraban de hablar sobre la vida diciendo que era algo que nosotros debíamos aprender, consejos que no podíamos entender en aquel momento, pero que más tarde se volverían una guía de supervivencia. 

La Navidad era un ícono en nuestra familia, no hubo noche buena que no nos juntáramos,  nunca nos hizo falta una sola cena y nos llenaban de regalos siempre. Podrían decirnos que estábamos llenos de lujos y realmente así era, pero no por los obsequios que recibíamos si no por los abrazos que nos dábamos a las doce en punto de la madrugada y los besos de mis abuelos que me decían que todo estaba bien, como si celebráramos la vida. Y para la noche de año nuevo parecía un festejo con luces, vino y pavo de que ahí estábamos, lo habíamos logrado un año más, todos juntos.

 

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